Mariane Ibrahim se complace en anunciar Coming back to the one, una exposición individual de la artista argentina Sol Kordich, con sede en Berlín. La exposición abrirá del 29 de mayo al 6 de julio. Coming back to the one también marcará el comienzo de la representación de Kordich por parte de Mariane Ibrahim.
Partiendo del terreno bien transitado de la abstracción basada en el proceso, la práctica de Kordich emplea el gesto y el color como mediadores entre dos vernáculos: uno nativo del lienzo y otro del tiempo mismo. Para Kordich, pintar es un proceso performativo, una coreografía biográfica que involucra todo su cuerpo en la creación rítmica. Sus marcas son sueltas, abiertas y se caracterizan por una despreocupación que contradice la intención y el enfoque rítmico de su autora. Los planos de imagen de Kordich exhalan una densa red de trazos y colores que insinúan un hervor incipiente de tensión en cada nudo de pintura.
El trabajo de Kordich comienza, como muchas otras cosas, consigo misma. Si uno imagina el espacio de la pintura como irreducible al terreno del lienzo y se extiende al espacio y tiempo de su producción, las pinturas de Kordich se convierten menos en un objeto final discreto y más en registros selectivos de un tiempo dado, estado mental y ocurrencia háptica. Esta densidad genera un sentido de inmersión y riqueza sensorial. Así como la densa vegetación de una selva tropical abruma los sentidos con sus vistas, sonidos y aromas, las obras altamente saturadas e intrincadas de Kordich envuelven al espectador en un tapiz de colores, formas y texturas, estimulando la contemplación.
El trabajo de Kordich fusiona rigor literario y sentimiento estético, empleando la abstracción para conectar la fisicalidad con las reflexiones internas de la psique humana. El caos converge en armonía a través de la interacción de tempo y color en sus obras, invitando a los espectadores a embarcarse en un viaje de descubrimiento.
Habiendo estudiado originalmente arquitectura, la obra de Kordich quizá se resuma mejor en el empleo de una de las cosas más básicas, pero difíciles, que cualquier edificio puede lograr: la cuestión de cómo el espacio es responsable de las respuestas psicológicas. Junto con una práctica rigurosa de llevar un diario, Kordich desentraña sus propias reflexiones sobre el universo, el yo y las fuerzas invisibles que dan forma a nuestra existencia. La abstracción se convierte en un medio para articular estas exploraciones sin perder el sentido de indeterminación propio del estado inicial del desarrollo de un pensamiento. Al hacerlo, forja una relación simbiótica entre las palabras y la abstracción, trascendiendo las limitaciones verbales.
Sol Kordich (Argentina, 1995) es una artista con sede en Berlín cuyas composiciones exudan sofisticación y elegancia, marcadas por una meticulosa superposición que impregna el lienzo con profundidad y luminosidad.
Dentro de las intrincadas capas de color yacen fragmentos de poesía, letras de canciones y notaciones, haciendo eco de los aspectos invisibles pero profundos de la experiencia humana. Esta complejidad oculta sirve como testimonio de la creencia de la artista en la importancia tanto de lo visible como de lo invisible.
Para Kordich, pintar es un proceso performativo, una coreografía biográfica que involucra todo su cuerpo en un flujo rítmico de creación. Su trabajo representa una profunda exploración del yo y la existencia, invitando a los espectadores a embarcarse en un viaje de introspección y contemplación a través de sus expresivos trazos con pincel.
A través de una síntesis de su rigor literario y su sentimiento estético, Kordich emplea la abstracción como un medio para conectar la fisicalidad con las reflexiones internas de la psique humana. El caos converge en armonía a través de la interacción de tempo y color en sus obras, invitando a los espectadores a emprender un viaje de descubrimiento e iluminación a través del lenguaje de la abstracción.