Mariane Ibrahim se complace en presentar “Stills”, una exhibición individual de nuevas pinturas de Ian Micheal. La exposición estará a la vista en Chicago hasta el 13 de agosto del 2022.
El nuevo cuerpo de trabajos atestigua las agudas observaciones de Micheal sobre la vida cotidiana tal como se desenvolvió a finales de los años 80 y 90 del Detroit en donde creció, y después en Brasil, Los Ángeles y Oakland. Las escenas de urbanidad que retrata, como un juego de dados callejeros, o esperar afuera de la bodega, son instantáneamente reconocibles debido a su cualidad atemporal. Estos cuadros a menudo se desarrollan en el mundo con una vitalidad bulliciosa, el paso apresurado de las ciudades, y cuerpos. De hecho, son percibidos así por el habitante de la ciudad que se mueve a través del espacio apresuradamente, rara vez prestando demasiada atención a lo que se vuelve un detalle mundano en el paisaje citadino. El trabajo de Micheal interrumpe esta rutina. Al suspender el momento, lo desfamiliariza, introduciendo una quietud y tranquilidad que permite al espectador detenerse en el significado de la escena.
En la suspensión banal de momentos, el trabajo de Micheal nos invita a considerar intimidades silenciadas que saturan la vida cotidiana. Ya sea el peine contra el cuero cabelludo en una barbería, un brazo casualmente colgado alrededor del hombro de alguien más mientras se espera en la estación de tren, o dedos acurrucados cálidamente alrededor de una trompeta, estos trabajos hablan de las proximidades y caricias que constituyen lo cotidiano. Al capturar gestos fugaces que comúnmente no se registran, la práctica de Micheal pregunta qué significa habitar estas afinidades sutilmente.
La intimidad opera en distintas maneras a través de las escenas que Michael pone en su trabajo. Las representaciones de figuras solitarias capturan la cercanía que uno encuentra consigo mismo, un estado vulnerable que permite libertad de perderse en el ensueño de un momento de ociosidad. El contacto físico, tal como un dedo frotando sobre el ojo, o una mejilla recargada en una mano, retrata la familiaridad con el propio cuerpo, recordando al espectador de las sensaciones que aparecen en el día a día en respuesta. Hay una majestuosidad en los temas solitarios de estas obras, ya que existen en estados sostenidos de reposo o contemplación pensativa.
Los encuentros sociales que Micheal representa indexan un lenguaje diferente de intimidad. Sus figuras son intencionalmente andróginas pero marcadas con un parecido que evoca lecturas de lo homosocial. La cercanía y el contacto entre los cuerpos se dejan abiertos a la interpretación. ¿Estas escenas son de proximidad platónica? ¿O hay cargas eróticas que existen entre las figuras, transmitidas a través de puntos de contacto físico que las unen? Tal vez la intimidad es polivalente, indexando tanto lo platónico como lo erotico a la vez.
La quietud de estas imágenes produce una planitud que Micheal manipula habitualmente para llamar la atención a la fisicalidad que de otro modo podría desvanecerse en la conmoción del entorno humano. La paleta de colores apagados que usa Micheal, contribuye a la intimidad de la escena, impregnando las figuras con una luminosidad suave que pone en primer plano la ternura y la intensidad a todos estos cuadros demasiado familiares.